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La crisis de comunicación de Pedro Sánchez

La comunicación de crisis tiene pocas reglas, pero cumplirlas es esencial para mantener una imagen creíble y salvar la marca personal, corporativa o política, del daño que le puede provocar los acontecimientos a los que pretende responder.


La situación creada por el impacto del Covid 19 en la política española es el paradigma de una crisis global que requiere de una comunicación efectiva, rápida y sincera por parte del gobierno si éste pretende mantener su liderazgo político y moral, además de encabezar una respuesta nacional conjunta inspirando a la ciudadanía.


Para conseguirlo se deberían haber cumplido unas normas básicas. Un liderazgo claro, una comunicación transparente y constante, un discurso uniforme en el medio y largo plazo y la total ausencia de discurso politizado.


Cabe preguntarse si el Gobierno, y el presidente Pedro Sánchez, han atendido a estas reglas, y la respuesta es necesariamente negativa.




Liderazgo


Es cierto que el presidente del Gobierno ha asumido en primera persona las informaciones más relevantes en la crisis, ahora bien, la información diaria ha sido transmitida exclusivamente por perfiles técnicos, ajenos al conocimiento de los ciudadanos. Sólo en los primeros compases de la crisis se vio a ministros del Gobierno asumiendo los mensajes de sus áreas de competencia y, con posterioridad, se ha transmitido con claridad a la ciudadanía la evidente tensión existente entre los dos socios de gobierno, generando un impacto muy negativo en la confiabilidad y el liderazgo real del presidente.


Transparencia


No debemos confundir transparencia con cantidad de información. En la última semana se ha evidenciado, una vez más, la utilización política de determinados mensajes por parte del gobierno, al menos sobre el número de test diarios que se realizan en España y nuestra posición relativa con respecto al resto de socios de la OCDE.


Lo mismo ha sucedido con los contratos de suministros médicos defectuosos que han salido a la luz, o la gestión de la información al comienzo de la crisis que, hoy parece claro, fue poco clara respecto del riesgo real que suponía el virus.


Este quizá haya sido el mayor error en términos de comunicación del presidente del Gobierno, dado que la pérdida de credibilidad es el peor resultado de una crisis comunicativa.


Discurso uniforme


Han sido continuas las rectificaciones, cambios de parecer, correcciones y ajustes de los mensajes trasladados los fines de semana por Pedro Sánchez, que el sábado nos daba una noticia esperanzadora, para que el lunes el ministro de Sanidad, otro gran damnificado de estos meses de confinamiento, bajara las expectativas creadas.


Para esta situación solo hay dos explicaciones posibles, falta de comunicación entre ambos o total improvisación, no solo comunicativa, sino política.


Ausencia de discurso político


Cuando un líder político traslada un mensaje tan negativo, debe ser directo, sincero y evitar la autocomplacencia. Directo y sincero para que el mensaje llegue sin alteración al público que necesita saberlo, y sin autobombo porque la ciudadanía no recibe bien la promoción en momentos tan graves.

Pedro Sánchez hace justo lo contrario. Sus intervenciones se alargan con infinitos preámbulos en los que repasa sus éxitos en la gestión, justifica sus decisiones, ampara sus medidas presentes pasadas y futuras y, solo después, transmite los mensajes esenciales.


La última muestra la tuvimos en la rueda de prensa del sábado dos de mayo, en la que demoró casi 20 minutos el anuncio de la nueva prórroga del Estado de Alarma, momento en el que ya había perdido la atención de un elevado porcentaje de los televidentes.


Atendiendo a la comunicación del presidente del Gobierno se puede concluir que una vez salgamos de la terrible crisis sanitaria y social en la que está sumida España, a Pedro Sánchez le quedará por afrontar otra bien distinta, la crisis de credibilidad en la que se ha sumido el gobierno en su conjunto.

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